El convulso siglo XX español

A principios del siglo XX, los tres antiguos pilares del poder en España, la monarquía, la iglesia y la aristocracia, se habían unido a nuevas voces que desafiaban estos poderes tradicionales. Estas nuevas voces, nacidas durante el siglo XIX, fueron: el ejército, los partidos políticos, el anarquismo , los movimientos obreros, el republicanismo y una realidad histórica renacida, el regionalismo.

La España moderna está compuesta por 17 comunidades autónomas. Dentro de España peninsular, 15 de las 17 regiones forman un manto de patrones y tamaños desiguales, las fronteras de algunas regiones siguen naturalmente a lo largo de líneas geográficas, otras unidas por circunstancias históricas; Baleares y Canarias conforman las otras dos regiones de ultramar. Mantener juntas estas partes dispares es difícil, dada la inclinación histórica de los españoles a identificarse primero con su pueblo, y luego con su región, la patria chica, como la solemos llamar. España, como nación, siempre ha sido difícil de vender, y la batalla entre la centralización y el regionalismo ha sido una constante en la historia española.

Como resultado de todo esto, durante los primeros años del siglo XX, España era políticamente inestable, un traspaso de los años turbulentos del siglo XIX . Tres primeros ministros asesinados en el espacio de 24 años (1897, 1912, 1921), además de numerosos bombardeos, atentados contra la vida del rey, huelgas laborales, levantamientos, separatismos de Cataluña y represión militar son recordatorios incómodos de la inestable vida política española en el primer cuarto del siglo XX. Y las cosas no mejoraron después: una monarquía desacreditada fue convertida, desde 1923 hasta 1931, en un extraño híbrido de monarquía y dictadura bajo el mando del general Miguel Primo de Rivera. Esto fue seguido, de 1931 a 1936, por una volátil Segunda República, luego una sangrienta Guerra Civil (1936-39), y finalmente una larga dictadura (1939-75) bajo el mando del general Francisco Franco.

Después de la muerte de Franco en noviembre de 1975, se aprobó una nueva Constitución (1978), se restableció la monarquía y se logró la transición política y social a pesar de los temores anteriores de que el país se hundiría en violencia.  Desde entonces hasta ahora hemos vivido en nuestro país un período de calma relativa, solamente perturbado por el intento de golpe de estado del coronel Tejero en 1981, y la amenaza de atentados de ETA, los nacionalistas vascos; no es que estos no fueran temas importantes, pero como ves, nada parecido a cómo transcurrió la gran parte de nuestro siglo, siguiendo la naturaleza convulsa de la historia en casi todos los países de Europa y América.